

Querido Mexicano:
Hoy una hermanita de la nada, en la calle, me detuvo mientras caminaba, y me regaló un santo rosario y una guía para orarlo y meditarlo. Me insistía en aceptarlo y orar mucho en unidad. Ya la Virgen nos lo pedía; ahora caigo en cuenta. Y me doy cuenta que también nos hace mucha falta lo que justamente estamos viviendo; acercarnos a Dios a través del amor hacia todos nosotros, como hermanos y hermanas, como un pueblo y una nación: creyentes y no creyentes, judíos y católicos,